viernes, 14 de septiembre de 2012

SONETO de advertencia a un ministro


Tu, ya, ¡oh ministro!, afirma tu cuidado
en no injuriar al mísero y al fuerte;
cuando le quitas oro y plata, advierte
que les dejas el hierro acicalado.

Dejas espada y lanza al desdichado,
y poder y razón para vencerte;
no sabe pueblo ayuno temer muerte;
armas quedan al pueblo despojado.
 
Quien ve su perdición cierta, aborrece,
más que su perdición, la causa della;
y ésta, no aquélla, es más quien le enfurece.
Arma su desnudez y su querella
con desesperación, cuando le ofrece
venganza del rigor quien le atropella.

 Francisco de Quevedo y Villegas

¡Qué actual! Aplicable a ministros, directivos,
Jefes de personal, algunos sindicalistas y otras
Malas hierbas.

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