Hola amigos y amigas.
Este es otro intento de obligarme a escribir creyendo que otros me leen. Es bonito imaginar que puede interesar a alguien las cosas que escribes.
Este apartado reza “acerca de mi”. Pues bien, no voy a decir mucho más de lo que ya he dicho. Soy Manolo para la mayoría, Lolo para unos pocos y Manolin para los que me conocieron de pequeño. Ahora me siento más Manolin que nunca, y ya soy abuelo. Creo que me he dejado tantas cosas sin hacer. Creo que he hecho tantas otras tontas.
No quiero cambiar, ni poner remedio al pasado, pero quiero volver a intentar darme satisfacción propia escribiendo sobre lo que se me ocurra, transmitir pensamientos míos o de otros que ya lo pensaron antes y mejor, jugar con las palabras para conseguir poesía o algo parecido. Tratar de que a través del esfuerzo necesario para escribir, se aparezca el sentido de la vida.
Os quiero.
A dos buenos amigos e historiadores les conté el motivo por el que utilizo el alias de MiraManolín. Fue que, entre mis recuerdos de muy joven, encontré un pasaje en el que yo me identifiqué con el MiraMamolin que fue derrotado en las Navas de Tolosa en 1.212, dado el parecido sonoro con el diminutivo con el que me conocían por entonces: Manolín.
Y, a propósito, mis amigos me han regalado este estudio histórico que completa mi pequeño recuerdo.
Muchas gracias Marian y Carlos.
PARA MIRAMANOLÍN
ManoloFernández
Miramamolín es el nombre castellanizado que aparece en las crónicas cristianas para hacer referencia al título árabe de Amir al-Mu’minín (Emir o Príncipe de los Creyentes), título de carácter religioso que tomaron los emires almohades en los siglos XII y XIII.
Este título era propio sólo de los califas, que eran los dirigentes políticos y religiosos en el Islám. En los califatos omeya (s. VII-VIII) y abbasí (s. VIII-XII), realmente el nombre árabe era algo diferente, aunque con el mismo significado: Amir al-Muslimín (Emir o Príncipe de los Creyentes), nombre que se cambia a Amir al-Mu’minín a partir del siglo XII.
En el siglo X, el califato abbasí fue perdiendo fuerza política y militar, por lo que algunas dinastías rompen con la obediencia al califa legítimo con sede en Bagdad. En ese momento la dinastía fatimí de Egipto se autoproclama califato en el año 909, acto ilegítimo porque sólo puede haber un solo califa, y aprovechando que el califa abbasí no reacciona porque no tiene fuerza militar, en el año 929 también se autoproclama califa ‘Abd al-Rahman III de la dinastía omeya de al-Andalus.
En el siglo XII el califato abbasí es eliminado por los turcos selyuqíes que los conquistan.
En al-Andalus en el siglo XI se produce la fitna o ruptura del califato omeya de Córdoba, naciendo los reinos de taifas (muluk al-Tawa’if), en Granada, Málaga, Sevilla, Murcia, Denia, Toledo, Zaragoza, Valencia, etc., por los que la España musulmana pierde mucha fuerza y los reinos cristianos de Castilla y Aragón aprovechan este debilitamiento para conquistar más territorio, aunque sobreviven pactando y pagando impuestos a los reyes cristianos. Este avance culmina con la toma de Toledo por Alfonso VI de Castilla, por lo que los reyes de Taifas piden ayuda a los almóravides (al-murabitun), el nuevo imperio surgido en al-Magrib o Norte de África. Estos “monjes-guerreros” integristas habían impuesto su poder desde la zona de Túnez (Ifriqiya) hasta Argelia y Marruecos, donde funda su nueva capital Marrakús (Marraquech).
Los almorávides pasan el Estrecho al mando de su emir Yusuf ibn Tasufín, y con la ayuda de las taifas vencen rotundamente a los castellanos de Alfonso VI en la batalla de Zagrajas (Zallaqa), cerca de Badajoz, en 1086. Sin embargo los almorávides vuelven al Norte de África, y los reyes de taifas pactan de nuevo con los cristianos, hecho considerado como una traición por los almorávides que en 1090 entran de nuevo en al-Andalus que conquistan e integran en su imperio como una provincia. El emir castiga a los reyes de taifas, a unos los mata y a otros los lleva prisioneros a al-Magrib, donde viven prisioneros hasta su muerte, como es el caso del rey granadino ‘Abd Allah, que escribe unas Memorias de la dinastía zirí, o el rey sevillano al-Mutami’id, gran poeta, que mueren en Agmat, cerca de Marraquech.
Este imperio almorávide perdura hasta mediados del siglo XII, ya que otra nueva dinastía integrista va ocupando militarmente su territorio: son los almohades (al-muwahidun), conquistando Marraquech en 1147 ‘Abd al-Mu’min (1130-1163), su primer emir, el que comienza a llamarse Amir al-Mu’minín (Emir de los Creyentes), nuestro Miramamolín.
En al-Andalus los musulmanes hispanos se revelan contra los almorávides y surgen otros nuevos reinos de taifas, pero a partir del mismo año de 1147, los almohades arrebatan al-Andalus a los almorávides y vencen a los reyes de taifas, y lo integran en su imperio, situando su capital en Sevilla. Aunque la conquista total de al-Andalus la termina Yusuf Abu Ya’qub (1163-1184), el segundo emir, y se consolida su poder con la victoria almohade, al mando de Abu Yusuf Ya’qub al-Mansur (1184-1199), tercer emir, en Alarcos (al-Arak), que derrota a las tropas del rey castellano Alfonso VIII.
Con el emir Muhammad ibn Ya’qub al-Nasir (1199-1213) comienza el declive almohade en al-Andalus, sobre todo después de la derrota de la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, ante las tropas cristianas conjuntas de Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho el Fuerte de Navarra.
El último emir almohade, Yusuf al-Mustansir (1213-1224), termina de perder su fuerza en al-Magrib, y por supuesto en al-Andalus, donde surgen otros nuevos reinos de taifas, acosados por los nuevos reyes cristianos: Jaime I el Batallador de Aragón, a partir de 1213, y Fernando III el Santo de Castilla, a partir de 1217.
Los aragoneses conquistan Baleares entre 1229 y 1231, y el Levante y Valencia entre 1231 y 1236, y los castellanos Córdoba en 1236, Jaén en 1246 y Sevilla en 1248.
De los nuevos reinos de taifas sólo sobrevivirá el sultanato nazarí (nasrí) creado por Muhammad ibn al-Ahmar (1232-1272), primero en Arjona y luego en Granada. Pero esa es otra historia mucho más cercana.
Dedicatoria
Miramamolín es pues un título religioso de carácter espiritual.
Mira Manolín, tú eres nuestro emir espiritual- artístico en la Peña Gastronómica el Mojeteo, con permiso de nuestro insigne Presidente, don José Molina, que es nuestro califa en los asuntos erótico-festivos. (esta es la parte del peloteo que corresponde para cumplir con los puntos 1 y 2 de los estatutos de la Peña)
Mirad a Manolín, nuestro amigo.
Marian y Carlos