Desgraciadamente, es frecuente que nos enfrentemos a situaciones que nos desbordan.
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Momentos en los que nos sentimos agredidos por personas que, abusando de su posición, nos tratan con desprecio o desdén. El sentimiento que esto puede provocar, además de herirnos físicamente, seguro que tratará de dejar una huella en nosotros, que nos permitirá alimentar, en el recuerdo, las ansias de revancha y venganza. Esta tendencia humana, llevada por el propio instinto, es fatal para nosotros. No hay nada, absolutamente nada, que nos pueda hacer más daño que nosotros mismos, que nuestros propios sentimientos. Es en estos casos, quizá sólo en ellos, en los que tenemos que sobreponer la razón al corazón. Podemos pensar que esto es de 'mansos'. No, esta actitud es de inteligentes. LO QUE MÁS ME GUSTARÍA ES SER INTELIGENTE.
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